La Ruta De La Comida

De mercado en mercado hemos recorrido alrededor de 10.000 km desde Bolivia hasta Panamá, probando todo tipo de comida y manjares desconocidos e interesantes.
El mercado es para nosotros el templo de los sabores, de los colores y de los olores, lugar donde aprendemos escuchando a la gente que ahí trabaja, compra o pasea sobre un amplio mundo gastronómico hecho de tradiciones.


Es el reino de las mujeres, bellezas coloridas que animan las plazas y las calles con sus paradas de productos o comida casera, posicionándose en cada rincón, intentando vender algo a fuerza de repetir con voz muy alta el nombre de sus comidas : “Milaneza, Milaneza”, “Sancocho, Sancocho” , aunque algunas, cansadas de tanto trabajo se mimetizan entre una caja de tomate y otra y se echan una buena siesta!!!
Entre toda esta confusión descubrimos y degustamos un sinfin de vegetales y preparaciones curiosas, directamente de las manos de las cocineras de estos comedores populares, compartiendo a su vez con nosotros sus secretos culinarios.

BOLIVIA

Empezamos nuestra investigación culinaria en Bolivia, donde nos enamoramos de las muchas sopas que caracterizan la dieta de este país.
En el mercado 24 de Septiembre de San Xavier conocimos a la cocinera Anna, que aquel día había preparado la sopa de Manì. Esta sopa, que se puede encontrar en todas las paradas de los mercados bolivianos y en los restaurantes a la hora del almuerzo, está hecha con maní o cacahuete, que es el ingrediente principal y alimento muy utilizado en la cocina latinoamericana, carne de res, verduras y especies. Se come muy caliente y se puede aliñar con la llajua, una salsa de locoto, cebolla y tomate muy picante que nunca puede faltar en todas las mesas.

En este mercado vimos también por primera vez el chuño o la Tunta, otro producto muy presente en los plato bolivianos.
El chuño o la Tunta se obtienen mediante un proceso natural de deshidratación que aprovecha las condiciones del clima andino. Los tubérculos se someten a congelación nocturna y de día a la fuerte insolación que hay, para luego someterlos a remojo en agua corriente del río durante 20 a 30 días. Luego son retirados del agua para su apisonamiento y eliminación del exceso de líquido, para finalmente exponerlos al sol por otros cinco a ocho días más. Después de esto, los tubérculos son pelados completamente frotándolos con las manos, de ahí su apariencia final blanca. La elaboración de chuño blanco dura aproximadamente cincuenta días, y en todo el proceso destaca la participación de las mujeres, que con gran minuciosidad seleccionan, extienden, cuidan y limpian los tubérculos.

El locrito de la señora Minko es también algo inolvidable. El secreto de este caldo es la gallina vieja criolla, de su corral, que deja un sabor especial y su aroma atrae a muchos clientes hambrientos. Para acompañar esta delicia la gente suele pedir un chicha de maíz o un Mocochinchi, refresco a base de infusión de durazno y especias con muchísima azúcar.

Dejamos la Chiquitania y empezamos a subir hacia La Paz, la metrópoli más alta del mundo con su 3.650 msnm. Para entrar en calor y alimentarnos íbamos al mercado Lanza, que se encuentra justo en el centro histórico, al lado del mercado de las brujas. Allí podíamos tranquilizar nuestros estómagos eligiendo entre un sinfín de sopas como el chairo de tunta, la sopa de hojas de trigo o la sopa de quinua, verduras y maíz o todo tipo de comida callejera.

Otro lugar precioso y lleno de vida es el mercado Rodríguez, donde nos dimos cuenta de la enorme variedad agrícola del país con sus 200 variedades de papas, muchas también de maíz, de zanahorias de todos los colores, o infinidad de tipos de ajíes y variedades de quinua.
Por allí fue un disfrute pasear y nos llevó horas poderlo visitar todo, entre un Anticucho de llama, un sandwich de chola (carne de cerdo), unas humintas (tamales horneados) o unas llauchas (empanadas de ají y queso criollo fundido).

Bolivia tiene un gran potencial gastronómico, pero todavía su cocina no se coloca a nivel mundial como Perú o Brasil. Pero sin embargo nuestra visita al reconocido restaurante Gustu en La Paz, ha sido una de las mejores experiencias gastronómicas en este continente. Elaboran una cocina con ingredientes exclusivamente nativos, recuperando los sabores más auténticos del país y añadiendo la creatividad del alta cocina.

Bolivia no dejó nunca de sorprendernos sobre todo cuando descubrimos que en el sur del país, en el valle central de Tarija, se producen vinos de altura de mucha calidad.

Para nochevieja buscábamos un lugar que estuviera alejado de la ciudad y encontramos la Hosteria-Bodega Valle d’Vino en el Valle de la Concepción, en el corazón de La Ruta de Vinos y Singanis de altura. Fue una ocasión especial para conocer desde muy cerca la etnia de los Chapacos y degustar vinos artesanales orgánicos acompañados de comidas caseras.

El señor Jesús, dueño y duende de este lugar mágico, nos introdujo en su mundo con cuentos y coplas sobre el vino y la cultura Chapaca. Con el compartimos vinos con uvas de cultivo local tan variadas como Cabernet Sauvignon, San Giovese o Chardonnay de Alejandria y buenos momentos con sus amigos, con los cuales intercambiamos numerosas recetas de comida tradicional tarijeña como el Saice, el guiso de fideos, la Arvejada, o platos latinos como las papas a la Huancaina, patatas sancochada, bañada con salsa  de mani molido, leche, aceite y queso fresco, que la señora Juanita nos preparó para nochevieja a cambio de una paella de pollo y verduras que hicimos nosotros.

Nos despedimos de Tarija con el típico desayuno popular, que ya probamos nada más aterrizar en Bolivia, compuesto por Mocochinchi con Salteñas, un tipo de empanadas muy jugosas, rellenas de carne de pollo, huevo duro, papas y especias, que probablemente si no sabes como comerlas la primera vez que lo haces acabas lavándote la cara y quemándote, debido a la gran cantidad de liquido que se mantiene dentro incluso una vez cocinadas al horno.

ncansables y con ganas de probar más nos dirigimos hacia Potosí, última etapa de nuestro viaje por Bolivia. Ahí ya sabíamos que teníamos que comer la famosa sopa Kalapurka, sobre la cual tanto habíamos oído hablar. Como es tan conocida y y apreciada tanto por los lugareños como por los viajeros, nos costó encontrar un sitio que a las 12 del mediodía todavía no la hubiera acabado. Por fin, después de esperar un rato, Doña Eugenia nos sirvió un buen plato caliente.

Kalapurca consiste en una sopa espesa hecha de harina de maíz blanco y morado, cereales, charque, patatas, orégano, sal, comino, pimienta y chachacoma (planta silvestre andina) servida con una piedra volcánica ardiendo dentro del plato, haciendo que hierva mientras te la comes.

PERÚ

Después de tanto tiempo por Bolivia, donde el ingrediente principal es la carne de vaca o el pollo, nos apetecía llegar a Perú y saborear un buen ceviche. La verdad, no deseábamos otra cosa !
Llegando a Puno (Lago Titikaka) veíamos aparecer a lo largo del camino las primeras cevicherías, aunque los expertos dicen que las mejores están, por supuesto, en Lima. Pero
realmente lo primero que probamos fue una trucha, visto que Puno es el principal productor y exportador de este pescado.
Plato muy sencillo acompañado con ensalada y patatas fritas, la trucha estaba obviamente frita también. Digamos que freír es la técnica favorita para los latinos, si pides algo al horno o a la plancha te cobran el doble o bien lo desconocen.

Después de unos dias y del primer gran contacto con la comida peruana nos embarcamos en un larguísimo viaje de 26 horas en autobús. La verdad que no fue tan aburrido, un poco peligroso quizás, pero muy atractivo por los vendedores ambulantes de comida que en cada parada subían en grupo de 4 o 5 personas ofreciendo choclo con queso, helados caseros, zumos de coco o tamarindo, empanadas…..era todo un entretenimiento y claro siempre nos daba por comer algo.

Estábamos emocionados porque íbamos a llegar a Lima, la capital gastronómica de América Latina y aunque nos quedaríamos solo 5 días, sabíamos que los aprovecharíamos al máximo.

Empezamos por el Mercado de la Magdalena, donde se puede encontrar una variadísima oferta de hortalizas, carne y pescado de todas las regiones peruanas, además de diferentes platos tradicionales.
Conocimos a algunas de las variedades de patatas que se cultivan en Perú como la oka, la peruanita, la mashua negra, la huamantanga o la voladora.

Entre un trozo de vaca y un pollo colgando vimos también el cuy con su aspecto terrorífico y para nada apetecible a la vista, pero todo el mundo nos decía que a las brasas o guisado está riquísimo… ya la probaríamos más adelante. Después de haber dado una ojeada general y todavía sin pasar de las 9 de la mañana , decidimos que ya era la hora de probar algo, así que empezamos nuestro tour gastronómico.
Nos acercamos a la parada de la cocinera Drilce, especializada en ceviche de concha negra, nos cuenta que este plato se considera afrodisiaco y que se prepara con el mismo aliño del ceviche tradicional pero en vez de la leche de tigre lleva leche de pantera, que es lo mismo pero queda negra por las cochas, de ahí su nombre.

 

El menú de aquel día incluyo también una buena causa limeña con su textura suave y delicada y un par de Juanes, tamales rellenos de arroz y gallina,tres o cuatro tipos de ceviche, empanadas,pulpo al olivo y todo lo que se nos ponía por delante.

No podía faltarnos un postre, así que nos hicimos conquistar por unos picarones de la señora Wilma, un tipo de buñuelos fritos hechos con masa de harina de trigo mezclada con calabaza o boniato y bañados en miel de panela.
Para digerir todas estas delicias nos atrevimos a probar una típica y común pócima callejera, el emoliente a base de granos tostados de cebada, cola de caballo, linaza, alfalfa, azúcar, jugo de limón, y mezcla de otras muchas infusiones ya preparadas, la cual toman para la digestión y numerosos beneficios para la salud.

Para no perder ninguna oportunidad en la vida intentamos ir a cenar al reconocido restaurante Central pero no teníamos reserva. Era un sábado por la noche y antes que abriera ya había gente fuera esperando con su reserva hecha desde hace meses. No perdimos la esperanza y cuando abrieron las puertas nos acercamos al maitre de sala al cual le contamos brevemente las razones culinarias de nuestro viaje. Nos dijo que el restaurante ya estaba al completo, pero que había posibilidades de que alguien anulara la reserva. Esperamos entonces un buen rato comiéndonos la uñas por la impaciencia hasta que llegó la hora y finalmente nos dieron la buena noticia. Podíamos cenar en Central, pero en la barra del bar y con un menú más corto. Nosotros estábamos más que contentos con todo lo que habíamos conseguido.
Estuvimos 3 horas gozando y saboreando un menú degustación de 10 platos que se desarrollaba según las diferentes alturas del país. Al final de la cena conocimos al equipo cocina con quienes pudimos conversar, ver el laboratorio y el huerto. Fue una experiencia muy bonita.

 

ECUADOR

La gastronomía más tradicional de Ecuador es rica y variada a base de pescado, plátano y coco en las costas y de cereales en los lugares más andinos.

Guayaquil fue nuestro primer destino, una ciudad bastante comercial donde ya se puede respirar la influencia norte-americana. Suerte que están la comida tradicional y la gente de los mercados que siempre nos ayudan a conocer mejor cada lugar.

Caminando por las calles del centro nos fue muy difícil encontrar un sitio de comida típica entre un Mc donald o un Burguer, pero nuestra pasión por ella nos llevó a un restaurantito de toda la vida que todavía sobrevivía en medio de tanta comida rápida. Lamentablemente nos hemos olvidado del nombre de este lugar, pero si recordamos bien el sustancioso desayuno que nos metimos: un bolón de verde frito con queso, plato nacional de la República ecuatoriana con frijoles guisados y un jugo de tomate de árbol.

Listos para conquistar el mundo pasamos el día esperando a que llegara la noche para lo más folklórico de Guayaquil, ir a comer cangrejos de río en Sauce 6.
En esta parte de la ciudad se agrupan, en una cuadra, un montón de locales de venta de cangrejos. Ahí acuden familias de todas las clases, buscando la mejor oferta de cangrejos del día, que suele ser unos 10 cangrejos por unos 9 dólares. Casi todos los restaurante ofrecen promociones de estos cangrejos de manglar, hervidos con especias y para rechupar hasta los huesos u otros platos de ceviche o arroz con marisco.

Los cocineros y cocineras empiezan a primera hora de la tarde preparando el caldo aliñandolo con cebolla blanca, cilantro, pimienta negra, orégano, comino, sal, plátanos verdes y plátanos maduros, necesario para hervir los crustáceos.
Los cangrejos llegan a la mesa recién cocinados y se sirven con una tablita de madera y un martillo de madera para poder abrir su duro caparazón.

Escapamos del caos y de la humedad de la ciudad y nos refugiamos en un pueblecito muy tranquilo a la orilla del mar, Puerto Engabao, un sitio que se sale totalmente de la ruta turística y todavía está a salvo de la masificación. Nos alimentamos durante tres dias con los frutos que nos regalaba el mar pescados por nosotros y por los hombres del pueblo que cada mañana salían al mar a trabajar. Nunca en nuestra vida habíamos comidos langostinos tan grandes ni tanta langosta tan buena y barata. Fue un verdadero disfrute en compañía de nuevos amigos lugareños.

Nuestros nuevos amigos sabiendo que nos encanta la gastronomía y que vamos buscando platos populares, nos desafiaron para ir a desayunar al mercado una delicada sopa de Manguera, un caldo que se prepara con el intestino relleno de arroz y plátano verde y sangre de cerdo que le da un sabor especial. Fue una experiencia muy fuerte de primera mañana, pero…..donde fueres haz lo que vieres!!!

Después de tanta tranquilidad cambiamos totalmente de ambiente y fuimos a festejar por Montañita, la Ibiza ecuatoriana, donde los horarios no existen y el único objetivo es celebrar.
Las calles siempre están animadas y los bares y las discotecas abren hasta altas horas. Bueno aquí de comida típica casi nada, más bien el festival de salchipapa, papipollo, papimixta y pollo a la broaster, alimentos sustanciosos, grasos y anti-resaca.

El viaje continua y el camino nos lleva a Baños de Agua Santa, lugar encantador rodeado por volcanes y cascadas donde los ecuatorianos suelen pasar sus días libres disfrutando de bonitos paisajes, aguas termales y buena comida. El cevichocho, los chochos salados o los chochos acevichados son unos de los platillos más degustados por los lugareños, así que nosotros nos lanzamos al ataque. Los chochos, como los llaman ahí, son los altramuzes de aquí y son el ingrediente base de de muchos platos que conocimos en Ecuador.

Aquí finalmente tuvimos la oportunidad de probar el cuy. Una señora, en la entrada de un restaurante estaba asando una treintena da animalitos enteritos todos a la vez. La imagen no era para nada sugerente, para alguien puede ser bastante escandaloso observas una parrilla llena de cuyes, pero como nosotros no desechamos nada, decidimos probarlo. Carne y textura muy parecida a la de un lechón al horno cocido a baja temperatura, tierno, graso y sabroso con la piel muy crujiente.
Nuestra técnica es probar de todo un poco, así que después del cuy nos adentramos en el mercado central donde la reina indiscutible era la lechona con su piel ambrada y crujiente servida con las suaves llanchainas, crujientes de patata rallada hechos a la plancha.

Como amantes del viaje, de las situaciones autenticas y del buen comer, nos consideramos muy afortunados ya que este mix nos lleva en en muchas ocasiones a compartir momentos de vida cotidiana con los lugareños que no podríamos llegar de otra manera que no fuera atreves de la comida, como aquella vez que pedimos indicaciones y acabamos merendando con una señora del Mercado que nos invitó un helado hecho a la paila, a sandwiches de higos negros, queso fresco y miel y a un buen jugo de fruta fresca. La verdad que fue muy divertido estar con ella y aprender su manera de preparar esta receta de higos muy cocinados con miel de caña, cardamomo, canela y otras especias que no recuerdo.

En Ecuador probamos desde lo más insano como la salchipapa hasta lo más natural que se pueda encontrar. En la Amazonía, gracias a la comunidad de los Waorani conocimos el verdadero sabor del palmito, aprendimos a hacer bebidas energéticas con bellotas silvestres, comimos hormigas limón para quitarnos la sed o larvas para nutrirnos. Nos prepararon, además sus platos estrellas, como un revuelto de bagre (pez gato) con maduro hervido, jabalí ahumado y para celebrar nuestra presencia hasta mataron a uno de sus gallos , al momento, y nos lo cocinaron a la brasa. Ellos suelen cocinar con lo que le ofrece la selva, con los frutos de sus pequeños cultivos de yuca, papaya y plátanos y con algunos productos empaquetados que han llegado después de su evangelización como el arroz o la sal. Gracias a ellos volvimos de la experiencia enriquecidos y agradecidos de habernos regalado tanta sabiduría.

Nos hubiéramos quedado mucho más entre ellos pero otras experiencias nos estaban esperando.
Pasamos nuestros últimos dias entre Quito y Otavalo ante de irnos para Colombia. Habíamos subido otra vez de altura y bajado de temperatura, las señoras en la calles ofrecían, espumillas, chocolate caliente con hojaldres o algo todavía más curioso, la colada morada con guaguas, una sopa caliente, dulce y espesa a base de moras, muchas frutas y Mortiños, un tipo de fruto silvestre local, y las guaguas son panecillos de leche y azúcar con forma de muñeco.

Es la merienda típica que se puede encontrar durante los fríos dias andinos. María la chica que nos vendió la bebida nos explicó que primero hay que hervir por un lado la piña en trocitos con su cascara, diferentes especias y hierbas aromáticas , por el otro cocinar las moras con las fresas, los mortiños y otras frutas llevando el todo a una reducción. Después hay que mezclar la harina de maíz morado con el caldo de la piña y finalmente añadirle el jugo de frutas rojas. Tan rico que repetimos dos veces.

Acabamos nuestro cuento ecuatoriano probando más comida callejera y con un delicioso encebollado, otro plato emblemático de la cocina de este país ……..y nos vamos llevándonos en nuestros recuerdos un montón de sabores y muchas personas increíbles que esperamos de volver a ver.

 

COLOMBIA

Colombia nos ha regalado muchas experiencias y relaciones humanas que nos han llevado a descubrir lo más recóndito de este país.
La suerte quiso que llegáramos durante los días del mercado ecológico e intercultural organizado por la universidad del Cauca a Popayan, en el cual participaban los campesinos y los indígenas del valle con sus productos. Desde aquel momento empezó nuestra aventura gastro-social por Colombia, donde muchas de las personas que hemos conocidos luchan, atreves de la comida y apoyados por diferentes organizaciones, por su libertad y salud.

Entre los varios proyectos que conocimos, pudimos también saborear algunos platillos más cotidianos que nos revelaron los gustos de nuestros anfitriones.

EL FRITO

Plato muy humilde que cocinaban los esclavos de la colonia con los restos que dejaban sus amos.
Se prepara con las vísceras de cerdo cocinadas en abundante agua aromatizada con orégano, otras yerbas y un poco de sal, que pasan después a ser confitadas en una gran sartén abundante en manteca del mismo animal. El todo acompañado por un crujiente chicharrón y envuelto de maíz.
En Popayan se suele comer los lunes y los jueves en la casa de Carmen, de María o de las hermanas Ruiz Muñoz.
Nosotros tuvimos la suerte de ser acompañados por el reconocido profesor y antropólogo culinario Carlos Humberto gracias al cual pudimos conocer muy bien los orígenes de este y más platos de Popayan.

SANCOCHO DE BAGRE
El bagre o pez gato es uno de los pescado más utilizado en la cocina latina. En este caso lo probamos en sopa. El profesor Carlos nos llevó a un restaurante muy típico y conocido sobre todo por su sancocho de bagre.
Visto la conexión culinaria que enseguida surgió con el Prof, el nos invitó a participar a una de sus clases de antropología culinaria durante la cual los estudiantes presentaban una receta de la tradición

AREPA DE CALLANA
Daniela presentó las Arepas Callana que había hecho durante el fin de semana con su abuela en la estufa de carbón.

Carlos nos guía también entre las paradas del mercado principal, donde nos presentó algunos productos que destacan particularmente en la tradición gastronómica de Popayan:

TAMAL DE PIPIAN
El Tamal de Pipián es típico de Popayan, se diferencia de los demás no solo por su tamaño más pequeño sino también por que su ingrediente principal es una mezcla única de la región cuyos ingredientes principales son la papa y el maní.
LA MELCOCHA, un dulce popular de elaboración artesanal tipo confitura, constituido básicamente por melado o miel espesa, generalmente de panela, cuya preparación se obtiene batiendo una y otra vez la masa, para crear un caramelo que va soltando hilos que se derriten en la boca.
MANJAR BLANCO
El Manjar Blanco del Valle es un postre obtenido de la concentración de una mezcla de azúcar blanca de caña y leche de vaca, con adición de harina, principalmente de arroz. Es un producto reconocido como una insignia gastronómica en el Valle del Cauca y su producción es mayormente artesanal.
GELATINA NEGARA o DE PATA
Este dulce se fabrica de manera natural con la gelatina que queda después de la cocción prolongada de la pata de res hasta que tengan una textura blanda, posteriormente se separa la sustancia gelatinosa y se mezcla con el melao que es la evaporación del jugo de la caña.
CARANTANTA
Es un producto artesanal de origen indígena, derivado del maíz, el cual se obtiene del pegado que deja la masa en la paila durante el proceso de elaboración. Se come frito y salado como aperitivo o con ello se preparan sopas.

En Cali pasamos unos días con la familia Parra los cuales nos cuidaron y alimentaron como hijos de la familia. Para celebrar nuestra llegada nos prepararon un desayuno de bienvenida muy típico con café, chocolate y pandebono, un panecillo característico en la región del Valle del Cauca y elaborado con harina de maíz, almidón de yuca fermentado, queso y huevo, que se amasa, se forman pequeñas porciones y posteriormente se hornean.
Con ellos conocimos el mercado de Alameda donde probamos lo más típico de la gastronomía caleña.

SANCOCHO TRIFASICO
Es un plato muy tradicional que reúne las familias los domingos o en un día de fiesta, es una sopa espesa que lleva patatas, yuca, plátano, mazorca y tres tipos de carnes, de pollo, cerdo y res. El caldo que resulta de la cocción de todos los ingredientes, es delicioso, con mucha sustancia. Se acompaña de arroz blanco, tajada de aguacate y cilantro picado para darle aún más sabor.
TAMAL VALLUNO
el tamal es unos de los protagonistas de la cocina colombiana, existen diversos tipos y cada uno tiene su toque especial. El tamal valluno se distingue del resto porque va envuelto en hojas de plátano y las carnes van cortadas en trozos grandes.
EMPANADA VALLUNA
Por las calles de cualquier ciudad de Colombia, podemos encontrar puestos con empanadas. Se trata de una de las recetas colombianas más simples y populares que podemos encontrar. 
Lo más habitual es acompañar las empanadas vallunas con aji, guacamole o limón.
LULADA
La lulada es una bebida tradicional de la gastronomía del Valle del Cauca. Se prepara con lulo, fruta típica de la región y se diferencia del jugo de lulo porque no se licúa ni se cuela y se caracteriza por el maceramiento de la pulpa de la fruta con la mano para mezclarla con jugo de limón y batirla con un molinillo antes de servir con hielo y azúcar al gusto.
CHAMPU
Una bebida refrescante valluna elaborada con miel de panela, maíz, frutas como el lulo o naranjilla, piña, membrillo o guanábana, y condimentada con canela, clavos de olor y hojitas de naranjo agrio.

En el Salento nos encontramos con Claudia Valencia una artesana, productora agroecologica y protectora de semillas indigenas y campesina la cual nos guió entre los cafetales, las reservas naturales y los encantadores poblados del Eje cafetero. Con ella descubrimos una gastronomía autentica, variada y contundente del Valle del Cauca para prevenir el frío y la humedad de esta zona.

AREPAS CON TODO
La arepa es el pan colombiano. Hay de muchos tipos y casi todas están deliciosas.  Hay arepas con sólo maíz que se usan para empujar a modo de pan, otras rellenas de queso, chicharrón o carne mechada, un huevo frito o incluso más cosas y hasta arepas dulces de choclo.
ABORRAJADOS
Es un plato muy antiguo de esta región y consiste en un trozo de plátano muy maduro rebozado, relleno de queso y pasta de guanábana  FORCHA
Es una bebida muy particular la cual se parece a un ponche a base de agua de canela, especias y harina que se deja fermentar en un barril de roble unos cuantos días dependiendo del clima
CANELAZO
Una especie de coctel caliente a base de aguardiente, agua panela y canela. Algunos le añaden pulpa de lulo o maracuyá para darle un toco más acido.
OBLEAS
Un dulce callejero compuesto por unos gofres muy finos y crujientes hechos de harina, leche, azúcar y agua. Se prepara con dos galletas que se pueden rellenar con manjar blanco, queso rallado, leche condensada, chocolate o mermelada de moras según el gusto.
SOLTERITAS
Otro dulce antiguo con orígenes araba el cual ha realizado un largo recorrido antes de llegar a Colombia.
Son unas galletas de color naranja y se acompañan usualmente con una crema del mismo color bañada en leche condensada y ocasionalmente con coco rallado o maní triturado. Se pueden encontrar en cualquier lado, en algunos barrios todavía sobreviven algunos vendedores ambulantes de este manjar y es común encontrarlos en las festividades populares de los pueblos.

En Medellín disfrutamos de una gastronomía de carácter y con gran diversidad de productos como los frijoles, el maíz, la yuca, la carne de la época precolombina y otros importados post-coloniales como del arroz, el aguacate o el plátano. Con todos estos ingredientes se han ido formando los platos tradicionales del departamento de Antioquia dentro la cual prevale la bandeja paisa
BANDEJA PAISA
Se compone de carne molida, chicharrón, chorizo, morcilla, fríjoles, arroz, plátano maduro, huevo frito, tomate rojo, aguacate, arepa y haogao. Debido a la gran cantidad de ingredientes que componen el plato, se suele servir en una bandeja y suele ser acompañado por un refrescante jugo natural.

Acabamos nuestro recorrido culinario en el caribe colombiano, en un pueblecito perdido de pescadores llamado Rincón del Mar donde el tiempo parece vaya más lento y la gente vive el día a día bajo la sombra de unas palmera charlando de la vida en general.
Aquí lo mejor que hay que hacer es conocer a los lugareños, escuchar sus historias y sus maneras de vivir. Conocimos la señora Enith, dueña del restaurante La Negrita, la cual nos deja entrar a su cocina y nos revela como ella prepara algunas de sus especialidades como el sancocho de pescado y coco, el arroz con coco o el pescado frito con patacones. Nosotros por supuesto lo probamos todo.

Llenos y satisfecho nos despedimos de este hermoso país al cual nos prometimos volver (aunque nos hayan robado el móvil y hayamos así perdido la mayoría de las fotos de comida).

 

PANAMA